El presente es IA, también para la ABOGACÍA

A pesar de la resistencia que ya es estereotípica del sector legal, son varias tecnologías las que han logrado penetrar y transformar la profesión.

Desde el Internet hasta la Inteligencia Artificial (IA), la Abogacía ha visto a su industria adaptarse (en realidad, reaccionar) a los nuevos contextos facilitados por la era digital.

La transformación digital está cambiando procesos y ya no parece ser sólo una opción. Este mar de oportunidades favorece el emprendimiento y nuevos modelos de negocio enfocados a satisfacer las necesidades de una profesión que sufre una gran presión por tiempo y honorarios como de un consumidor de servicio jurídicos cada vez más exigente, proactivo e impaciente, en definitiva, cada vez más digital.

El ingreso de Amazon a la venta de servicios legales, la irrupción de DoNotPay que actúa como un ‘abogado robot’ para brindar servicios legales utilizando el sistema de IA ChatGPT desarrollado por OpenAI han traído nuevos retos para los despachos tradicionales, los cuales deberán repensar la forma en cómo brindan sus servicios jurídicos.

En el caso del ChatGPT, supone un avance importante hacía la democratización de la IA en el sector legal generando grandes interrogantes acerca de su impacto en la Abogacía.

El impacto de la IA es cada vez mayor en el sector de la abogacía, y se espera que continúe transformando la forma en que se prestan los servicios legales. Teniendo en cuenta que la IA es cada vez más inteligente y por lo tanto más competente para atender cuestiones jurídicas más complejas de manera más rápida, barata y mejor que si lo hiciera una persona y que todas las voces autorizadas en la materia afirman que llegaremos a la ‘Singularidad’ (momento en el que la IA superará a la humana) hacia el año 2040, sería ingenuo pensar que no estamos ante un cambio de era y que por lo tanto la Abogacía no necesita reinventarse.

En el caso de Amazon, aun siendo un proyecto piloto, los despachos tradicionales deben prepararse y entender que sus competidores ya no son únicamente otros despachos, sino que nuevas empresas del mundo de la tecnología que han irrumpido en el ámbito jurídico para, a través de sus desarrollos, empezar a prestar servicios de una manera diferente.

La concepción de los despachos con figura piramidal es cada vez más cuestionada, lo que ha sido aprovechado por muchas otras empresas de distintos sectores para marcar disrupción en el mercado legal.

En la actualidad, encontramos empresas dedicadas a proveer soluciones Legaltech que buscan apoyar en la generación de procesos optimizados. Igualmente, encontramos a los Proveedores Alternativos de Servicios Legales (Alternative Legal Service Providers, ALSP por sus siglas en inglés), las cuales se enfocan en cubrir las necesidades de los clientes por proyecto y ofrecen el servicio de llevar a cabo aquellas tareas legales repetitivas, que son muy costosas para un despacho, por un precio más económico.

Una de las grandes diferencias de las ALSP en comparación con los despachos tradicionales es que su facturación no es por horas sino por proyecto, lo cual es cada vez más solicitado por los clientes. Este modelo de facturación está encontrando una buena acogida entre los despachos tradicionales, aunque es muy pronto para saber si este tipo de facturación remplazará definitivamente a la tan arraigada facturación por horas.

Los despachos tradicionales que han entendido que los clientes buscan eficiencia (menor tiempo, menor costo), han tomado nuevas rutas para seguir siendo competitivos.

Entre estos nuevos caminos podemos destacar la innovación dentro del despacho al adoptar tecnología en pro de un cliente que busca percibir una mayor eficacia en el uso de los recursos de la firma, y las nuevas alianzas estratégicas entre los despachos tradicionales y las startups Legaltech, con el fin de contar de primera mano con la aplicación de nuevas tecnologías en la firma.

Un ejemplo claro de este tipo de alianzas es el que se refiere al desarrollo de herramientas de automatización para documentos legales. La concepción de que todos los documentos jurídicos deben ser tailor made (hechos a medida), es cada vez más refutada por la realidad. Pese a que cada negocio tiene sus propias particularidades, muchos documentos legales son reutilizados como punto de partida para la elaboración de uno nuevo.

El uso de herramientas de automatización de archivos permite generar mayor eficiencia y posibilidad de evitar errores humanos. Las herramientas tecnológicas permiten que los clientes sean los grandes beneficiados con estos nuevos procesos al apuntalar a los despachos tradicionales que transitan a través de nuevas condiciones de mercado, ante la realidad tan cambiante que nos ha tocado vivir.

El ingreso de nuevos competidores es benéfico para los clientes, pero tanto o mucho más es beneficioso para el sector, el cual ha sido muy reticente a tratar con nuevas tecnologías. Este escenario permitirá que los despachos y los abogados prueben y entiendan cómo la tecnología genera una mayor productividad en sus labores diarias.

Podrán comprobar que esta productividad les permitirá dedicar más tiempo a entender el negocio de sus clientes con el fin de conocer lo que en marketing se conoce como el pain point de cada uno de ellos. Esta es la forma en la que las firmas lograrán prestar mejores servicios.

La innovación no se limita a la adopción de tecnología. Los despachos iniciarán un proceso interno que les permitirá entender cuáles son las cadenas de valor dentro de sus modelos de negocio, y dentro de estas cadenas los procesos repetitivos que no generan valor y que pueden ser automatizados serán atendidos a través de mecanismos similares a los que están ofreciendo entidades como Amazon, DoNotPay o las startups legales.

Para los grandes despachos que trabajan con presupuestos de cierto volumen, la inversión en Legaltech es algo ya consolidado. Ya es habitual ver en sus estructuras ingenieros informáticos y especialistas en marketing digital conviviendo con juristas y administrativos. Sin embargo, los abogados independientes suelen dejar de lado esa faceta por el estrés que les genera, motivados por la falta de tiempo, de conocimientos en la materia y/o de recursos económicos.

Sin embargo, en España el 90% de los despachos de abogados tienen menos de 4 socios y una facturación anual que no supera los 200.000 euros de media. La complejidad y el alto coste para acceder a la tecnología sumado a la atomización y fragmentación del sector legal son las principales barreras de entrada con la que se encuentra la Abogacía a la hora de invertir en Legaltech.

No se trata de hacerse informáticos o Community Managers, sino de invertir en herramientas que hagan el ejercicio de la profesión “volar”, empatizando mejor con la psicología de un consumidor de servicios jurídicos ‘pegado’ a un robot, perdón un smartphone.

Pensar que plataformas como OpenAI no se quedarán con el trabajo de todos aquellos abogad@s que hagan trabajo de robot, es como pensar que un tigre no te va a comer por ser vegetariano.

A una nueva era le corresponde una nueva manera de hacer las cosas, y si estamos en una era digital le corresponde una estrategia digital.

El Abogado o Abogada capaz de abrazar este cambio de era provocando en él un cambio cultural que le permita, además de ser un excelente vendedor de servicios jurídicos, ser un magnífico e implacable comprador de tecnología, tendrá una clara ventaja competitiva en términos de reputación, crecimiento profesional y lo más importante, una mayor cartera de clientes en los años venideros.
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